Mi andar por la senda del teatro está teñido por las condiciones socio-culturales que permeaban por entonces toda la realidad. Estudié teatro en la Universidad de Chile en plena dictadura militar, lo que fue desafiante y muy aguerrido. El miedo, las detenciones, las desapariciones, eran pan de cada día, así, mi primera obra de teatro callejero junto a mi querido Andrés Pérez Araya terminó con toda la compañía en prisión en pleno 24 de de Diciembre de 1979.
De alguna manera escoger el arte y el teatro en ese contexto era de por sí una rebeldía y una inspiración para luchar, avanzar y seguir adelante.
Trabajar con Andrés Pérez y recorrer el mundo junto a él y todos los amigos del Gran Circo Teatro, fue sin duda una experiencia límite y trascendental, como las que me gustan a mí. Éramos artistas sudacas, hijos de la dictadura, haciendo buen teatro y recibiendo excelentes críticas, sin duda un tiempo que atesoro por todo lo que me dio y enseñó para lo que vendría.
Guardo grandes y maravillosos recuerdos de mi paso por lo que denomino “época de gloria de las teleseries en Chile”. Fue un tiempo alucinante en el que recorrimos el país como si fuésemos una gran compañía de teatro viajando por sus diversas culturas. La Fiera, Iorana, Romané, Pampa Ilusión, El Circo de las Montini, La Doña, fueron, entre otras, las producciones en las que participé en esos años.
